El bitcóin a mayor precio que el oro

  • 4 marzo, 2017

Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados capturados utilizaban cigarrillos como dinero y cualquier cosa tenía un precio en su equivalente. Este resultó ser un “medio de intercambio” pues era práctico, tenía oferta limitada, existía demanda y poseía un valor intrínseco. Además de las monedas respaldadas por un banco central, todo objeto con estas características puede fungir como dinero. El bitcóin no. ¿O sí?

Según un estudio, el 65% de las personas no saben nada sobre esta moneda que surgió en el 2009 y que es la más conocida de una ola reciente de formas de pago denominadas “cryptomonedas”. Lo particular, y la esencia de su diseño, es que no cuentan con respaldo ni regulación de ningún gobierno. A pesar de esto, hoy en día un bitcóin equivale a US$1.200 más que una onza de oro. ¿De dónde saca su valor?

El premio Nobel de economía Paul Krugman, un fuerte crítico del bitcóin y de su supuesto valor, sostiene que toda moneda debe cumplir con dos requisitos: ser un medio de intercambio y mantener un precio razonable. Frente a lo primero, el bitcóin es la mejor en su especie ya que la tecnología utilizada permite hacer transacciones relativamente seguras a una fracción del costo del dinero tradicional. El problema es el segundo requisito. El bitcóin tiene una historia de fuertes fluctuaciones y lo único que le da valor es el hecho de que otros se lo otorguen. Para el Nobel, esto no es sostenible en el tiempo.

Además de tener una dinámica que contradice los fundamentos de la economía clásica, la creación de esta moneda está rodeada de misterio. Su desconocido fundador apareció en sus inicios bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto pero desapareció. Este cibernauta creó un código que puede ser leído por cualquier persona y que descarga bitcoines, poco a poco y a medida que las personas “minen” hasta llegar a un total de 21 millones en el año 2140.

Según me explicaban los entusiastas, minar consiste en descifrar secuencias específicas que creen un algoritmo específico. Este hecho incrementa la seguridad de la red al incluir más sistemas que lo verifican. Hoy, este tipo de “minería” constituye una industria multimillonaria en la cual hay individuos y clubes donde se mina de forma conjunta y se distribuyen las monedas. Sin embargo, sin la red esto no funcionaría.

El bitcóin busca que las transacciones sean seguras y verificables bajo un sistema descentralizado en el cual todas las personas pueden revisarlas. Si hay inconsistencias entre las diferentes partes de la red, el intercambio comercial se cae. Esto es conocido como “blockchain” y de acuerdo con los expertos, es lo más valioso de la moneda pues es lo que permite que las transacciones sean económicas. Hoy, los bancos más grandes del mundo están tratando de replicar la tecnología.

Al tratarse de un producto financiero que nadie entiende perfectamente, puede ser utilizado en estafas. Algunas empresas que dicen comercializar con bitcoines señalan que el sistema les otorga retornos mensuales de 73%. En esos casos, como decía mi abuelo: “de eso tan bueno no dan tanto”. Incluso, quienes transan de manera correcta con esta moneda, tienen problemas pues en países como Colombia es ilegal que una entidad financiera reciba un pago en esta moneda.

A pesar de estos percances, mientras existan personas que sigan creyendo que esta moneda tiene un precio, esta seguirá siendo valiosa. No obstante, cuando se genere alguna duda colectiva sobre su valor, lo más probable es que colapse; o, por el contrario, bien utilizada y regulada, podría ser el futuro. Solo el tiempo lo dirá.

Ver columna en La República>

 

DESCARGA GRATIS AQUÍ EL E-BOOK PENSANDO EN GRANDE.

Este libro recopila las columnas que he escrito en los últimos años. Varían en temática pero todas buscan exponer temas interesantes desde un ángulo académico pero digerible y plantear soluciones.