Obsesionados con el celular

  • 12 marzo, 2016

Recientemente leí que hoy en el mundo hay más celulares que cepillos de dientes e inodoros y un importante porcentaje son teléfonos inteligentes. A pesar de que me cuesta no revisar mi celular a cada minuto, no había dimensionado el alcance de la revolución móvil. Esta realidad ha generado grandes cambios, pero no todo es bueno.

El crecimiento es tal que entre 2014 y 2018 aumentarán de 1,6 a 2,6 billones los usuarios de celulares inteligentes. Hoy, las personas prefieren comunicarse por chat, al punto que WhatsApp tiene 900 millones de usuarios mensuales. Como dice el profesor de Stanford Noah Elkin, “los celulares se han vuelto el control remoto de nuestras vidas”.

La realidad es que vivimos pegados a estos aparatos. En EUA, una persona pasa en promedio 177 minutos viendo su móvil lo cual es superior a los 168 minutos que dedican a la televisión. Permanecer tanto tiempo en el celular genera preocupación pues se ha demostrado que el uso de Internet tiene efectos, aparentemente negativos, en el cableado de nuestro cerebro.

El best seller “The Shallows” se refiere a este efecto; argumenta que el cerebro es altamente maleable a toda edad, y el alto uso de Internet ha cambiado su estructura, de tal forma que la concentración de una persona al leer un libro, por ejemplo, sea menor cada día.

Lo que ocurre es que el cerebro se ha ido acostumbrando a muchas pequeñas píldoras de información a gran velocidad. Por ende, cuando requiere de un pensamiento más profundo, como leer un libro, lo cual no tiene un flujo constante y rápido de datos, nos sentimos incómodos.

En ese sentido, la University College of London hizo un estudio que tardó cinco años y que encontró que las personas que usan Internet tienden a brincar “de una fuente a otra y casi nunca retornan a las que ya habían visitado”. Sus implicaciones son difíciles de predecir pero serán profundas.

En Colombia las empresas están empezando a entender esta realidad. El marketing móvil se ha incrementado pues en plataformas como Facebook, que recoge gran parte de la pauta digital del mundo, 44% de los usuarios solo navega por celular.

A todos nos ha ocurrido que diferentes marcas nos empiezan a perseguir cada vez que abrimos nuestro navegador. Aunque este “retargetting” no es nuevo, el hecho de que nos sigan permanentemente en el celular, lleva a que una empresa pueda potencialmente interactuar con una persona más, que esta última con su pareja o familia. Esa intromisión tan cercana, manejada incorrectamente, puede violar la privacidad de los individuos.

Otro problema evidente es la forma en que los celulares han afectado las relaciones sociales. Hace algunos años vi un aviso en un restaurante que decía “no tenemos wifi, pueden conversar entre ustedes”. Por más que sea un chiste, no está tan alejado de la realidad. En cualquier comida familiar o entre amigos, con total certeza, todos revisan constantemente su celular durante la velada.

A pesar de estas desventajas, los celulares han traído un número infinito de beneficios para la sociedad. Sócrates denunció, en su momento, lo que conllevaría el auge de la escritura. En una cultura de conocimiento oral, basada en la memoria, el filósofo consideraba que la posibilidad de guardar gran información de manera externa al cerebro sería perjudicial para la sociedad.

Hoy sabemos que se equivocó. No debemos caer en el mismo error con la revolución móvil, pues intentar frenar los avances tecnológicos es pelea perdida; en ese sentido, se deben aprovechar las ventajas, pero no obsesionarnos con estos aparatos.

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