Populismo, de izquierda a derecha

  • 11 diciembre, 2017

Dividen el electorado entre “ellos” y contra “nosotros”. Ejemplos van desde Chávez hasta Le Pen.

Populista es un término que se utiliza con frecuencia para descalificar a los políticos y sus partidos. A diario, contradictores se acusan mutuamente de tal condición. A pesar de que el concepto se emplea desde hace siglos, el fenómeno Trump lo ha potencializado en el ámbito global al igual que el chavismo en la región. Paradójicamente, pocos conocen lo que implica.

Bajo dicho rótulo, peyorativo para la mayoría, han sido categorizados injustamente estadistas de la talla de Franklin Roosevelt como también muchos otros personajes a los que sí les sienta perfectamente bien.

La política es inherentemente compleja. Existen debates filosóficos para asuntos que parecen simples. Por ejemplo, ¿qué escogería usted construir, si costara lo mismo, un hospital en Bosa para dos mil personas o uno en el Paraíso en Ciudad Bolívar para mil personas? Lo único que se sabe es que la población de Bosa tiene muchas necesidades, pero la del Paraíso aún más.

Si optó por edificar en Bosa, parte de un punto de vista utilitarista en el que se agregan las utilidades de cada individuo involucrado y se busca la opción que sume lo más alto posible. Si escogió Ciudad Bolívar, su raciocinio se inclina hacia el favorecimiento del más necesitado, tal como lo pregonaba el gran filósofo norteamericano John Rawls.

«Denuncian constantemente confabulaciones y se presentan como víctimas con el fin de justificar sus deficiencias»

Contra este tipo de asuntos se enfrentan, todos los días, políticos serios quienes son tildados de populistas por escoger lo uno o lo otro. Las decisiones son complejas y no se desconocer esta realidad y señalar a un político injustamente con dicha etiqueta.

En ese contexto, con el ánimo de elevar el debate y sin mencionar dirigente alguno colombiano, presento un ‘checklist’ objetivo, que recoge la perspectiva académica de pensadores y economistas, para que cada cual pueda juzgar adecuadamente quiénes son realmente populistas.

Primero. Pueden pregonar pensamientos políticos catalogados tanto de derecha como de izquierda. Buscan polarizar y dividir el electorado entre “ellos” y contra “nosotros”. Los ejemplos van desde Chávez hasta Le Pen.

Segundo. Denuncian constantemente confabulaciones y se presentan como víctimas con el fin de justificar sus deficiencias. De acuerdo con el profesor de Princeton Jan-Werner Muller, frecuentemente invocan conspiraciones. Además, “… algo que pasa detrás de puertas tiene que ser la razón, según ellos, por la que las élites corruptas no permiten a la gente surgir… y si el político de “la gente” no gana, algo está mal en el sistema”.

Tercero. Tienden a no cumplir sus promesas electorales. Pintan ideales no alcanzables y, como escribe el premio Nobel de economía Stiglitz, “… prometen a las masas una mejor vida solo para decepcionarlos”. Por ende, son mejores candidatos que presidentes.

Cuarto. Utilizan políticas económicas enfocadas en el corto plazo para activar el crecimiento, el empleo y el ingreso, e ignoran las presiones inflacionarias y el incremento del déficit. El impulso puede durar mucho o poco dependiendo del entorno macroeconómico y el estado en el que recibieron el país.

Quinto. Se catalogan como los únicos que representan a la gente. Justamente, son esas personas quienes importan y no los demás. De esta manera, el líder adopta una postura moral desde la cual juzga y descalifica al resto. Su “gente”, en gran parte, son los olvidados por la sociedad.

Sexto. Sus movimientos políticos tienen poco sustento ideológico. Por lo general existe un culto a la personalidad y un sentimiento mesiánico; no obstante, ha habido casos de populistas poco carismáticos.

Estas son las características que se encuentran en ellos. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

FELIPE RÍOS 

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