Ángeles, demonios y paz en Colombia

  • 7 noviembre, 2015

La paz en Colombia es hoy un tema recurrente en Twitter. Esta semana, me sorprendí al ver que quien trinaba al respecto era nada más ni nada menos que Steven Pinker, profesor de Harvard y experto mundial en reducción de la violencia, quien está en el país. Su magnun opus (obra maestra) “Los ángeles que llevamos dentro”, parte de la teoría de que todos tenemos “ángeles” y “demonios” en nuestra esencia y da importantes lecciones aplicables a estos momentos de paz y de posconflicto.

Este libro armó una polvareda cuando fue publicado pues concluyó que la violencia en el mundo se ha disminuido significativamente y que estamos en la era más pacífica de toda la historia humana. Esta tesis es contraintuitiva ya que solo necesitamos ver los noticieros para comprobar que miles de atrocidades ocurren diariamente. Pinker refuta esta idea mediante un arsenal de gráficas y series de tiempo, y muestra cómo las estadísticas de homicidios y violaciones, entre otras, se han aminorado.

Según este autor, el ser humano no es malvado por naturaleza; aunque tampoco es bueno. Siempre tiene motivos para ser agresivo, o para ser solidario y altruista. Lo primero, se relaciona con los cinco “demonios” que todos tenemos dentro. Estos son: la violencia instrumental, que es usada hacia un fin determinado; la dominación como medio para tener poder, gloria y prestigio; la venganza como forma para obtener justicia; el sadismo como placer derivado del sufrimiento del otro; y la ideología que justifica la violencia.

Pinker aclara que frente a estos demonios existen cuatro “ángeles”. Estos son: la empatía, que hace que nos pongamos en los zapatos del otro para sentir su dolor; el autocontrol, que nos permite entender y limitar los impulsos; el sentido moral, que se personifica en unas normas que guían la interacción personal; y la razón, que nos permite reflexionar y deducir maneras para estar mejor.

Aunque existen excepciones, en nuestros días dominan más los ángeles que los demonios. Por ejemplo, el demonio de la venganza ha sido mermado por el Estado, el cual a través del monopolio de las armas castiga a quienes rompen las normas. Respecto a los ángeles, la masificación de los libros, durante los siglos XVII y XVIII, llevó a que las personas al leer relatos sobre otros seres humanos fueran empáticos, lo cual dio origen a una especie de revolución humanitaria.

La historia tiene ejemplos acerca de cómo mediante el comercio, la feminización, el cosmopolitismo y la razón, los ángeles han operado en favor de reducir la agresión. Los colombianos no hemos sabido aprovechar los factores que hicieron que los ángeles se sobrepusieran a los demonios; países europeos lo hicieron y hoy tienen solo 1 muerte violenta por 100.000 habitantes. Por el contrario, nuestra tasa actual es de 23 muertos por 100.000 habitantes. Es preocupante.

La buena noticia es que no estamos condenados a la guerra. La visita de Pinker debería generar un profundo debate sobre cómo combatir los demonios y cómo empoderar a los ángeles, ahora que estamos ad portas de la paz. El diseño del posconflicto necesita interiorizar esta concepción de la naturaleza humana.

En este momento histórico del país, nuestra guía debería ser la siguiente cita de Lincoln que inspiró el título del libro de Pinker: “No debemos ser enemigos. Por más de que nuestras pasiones nos hayan llevado a chocar, no podemos romper nuestros lazos de afecto. Las cuerdas místicas de la memoria volverán a sonar cuando una vez más sean tocadas, como seguro serán, por los ángeles que llevamos dentro”.

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